El boom de los modelos fundacionales como ChatGPT (OpenAI), Gemini (Google) y Claude (Anthropic) ha generado una demanda explosiva de infraestructura digital.

Lo que antes era un tema de software, hoy se ha transformado en una cadena de inversión que atraviesa múltiples capas: semiconductores, data centers, fibra óptica, redes energéticas y propiedad intelectual.

Este ecosistema es intensivo en capital, pero también con altas barreras de entrada y efectos de red, lo que lo convierte en uno de los focos más atractivos para inversionistas que buscan capturar crecimiento estructural.

¿Qué sectores concentran valor?

Desarrollo de modelos y software de IA: empresas que lideran en desarrollo de inteligencia generativa, agentes autónomos y copilotos de productividad.

Chips y hardware avanzado: fabricantes de semiconductores de alto rendimiento (GPUs, TPUs, FPGAs) esenciales para entrenar y operar IA.

Infraestructura física: el cuello de botella ya no es el algoritmo, sino la energía para ejecutarlo. Data centers de última generación o soluciones de refrigeración líquida emergen como jugadores inesperados.

Soberanía tecnológica: compañías vinculadas al control, diseño y protección del stack tecnológico propio en economías desarrolladas.

Impacto en los Mercados

ETFs temáticos ligados a esta megatendencia, como el iShares Artificial Intelligence & Big Data, WisdomTree, junto a vehículos concentrados en semiconductores como SOXX o SMH, han generado retornos de +30% a +70% en 3 años, con relevante volatilidad pero fuerte respaldo estructural.

Invertir en inteligencia artificial hoy no es una apuesta por la industria Tech, es una estrategia para posicionarse en el eje del crecimiento económico mundial futuro.