Donald Trump ha retomado el camino del proteccionismo con una nueva ola de tarifas arancelarias, dirigidas especialmente a China, pero también a productos europeos y de otras economías desarrolladas y en vías de desarrollo, cómo Chile. Su objetivo: reducir el déficit comercial, proteger la industria local y reforzar el discurso de soberanía económica. Pero el efecto inmediato ha sido otro: los mercados reaccionaron con tensión y alta volatilidad.

La renta variable fue la primera en acusar recibo. El S&P 500 cayó cerca de un 6,0% y el Nasdaq un 5,8% en una sola jornada, reflejando el temor a interrupciones en las cadenas globales de suministro, aumento de costos y menor crecimiento económico. Los sectores tecnológicos e industriales fueron los más golpeados, dada su exposición internacional y sensibilidad al comercio exterior.

En renta fija, el ajuste también fue significativo. Las tasas del Tesoro a 10 años escalaron hasta el 4,50%, impulsadas por temores inflacionarios derivados del alza en costos de importación. Esto generó caídas en los precios de bonos de mediano y largo plazo, tanto soberanos como corporativos. Este entorno refuerza la necesidad de gestión activa, selección cuidadosa de duración y diversificación en crédito y monedas.

Los activos alternativos, por su parte, no han mostrado movimientos tan inmediatos, pero sí enfrentan un escenario de mayor cautela inversora. Sin embargo, instrumentos como private equity, deuda privada o infraestructura pueden beneficiarse de la volatilidad, ofreciendo oportunidades menos correlacionadas con los activos tradicionales.

El pasado miércoles 09 de abril, los mercados respiraron tras el anuncio de la Casa Blanca de extender por 90 días la implementación de la mayoría de los aranceles —excepto los impuestos a China, que subirán al 125%. Esta señal táctica impulsó un rebote inmediato: el S&P 500 recuperó casi un 8,0% y el Nasdaq un 9,0%, evidenciando la sensibilidad del mercado a cada giro en el discurso político.

Si bien la recuperación fue potente, la incertidumbre continúa. Este nuevo ciclo exige flexibilidad y estrategia. Sectores defensivos, empresas con fuerte presencia doméstica y activos reales podrían ofrecer mayor resiliencia. Y los portafolios bien diversificados, con exposición global, alternativos sólidos y una gestión activa en renta fija, serán clave para enfrentar lo que viene.

Invertir no es adivinar el próximo titular, sino construir una estrategia capaz de resistir el ciclo. Y eso empieza con visión, disciplina y perspectiva de largo plazo.